La ciudad de las mil fuentes

Xàtiva es una de esas ciudades en las que guiar es un reto y un placer por toda su riqueza monumental, histórica y artística. Gracias a su orografía ha sido a lo largo de la historia un paso estratégico para las rutas comerciales y militares y, por tanto, un lugar ideal para fundar un núcleo urbano. De hecho, tanto íberos como romanos dejaron su impronta. Fue, precisamente, en el recinto romano-visigodo donde los musulmanes decidieron establecerse para luego expandirse extramuros.

Con la llegada de los árabes, el agua potable se extendió a la medina y los arrabales, y se perfeccionaron los sistemas de riego, que permitieron pasar de la agricultura de secano a la de regadío gracias a una red de aljibes y la acequia de la Vila.
La ciudad creció falda abajo, dividiéndose en dos zonas: la mezquita Mayor y la zona residencial mas alejada del centro. En esta época se construyeron mezquitas y palacios con hermosos jardines y estanques. Se construye también el primer molino papelero de España, cuya producción era de tan buena calidad que aún hoy en Marruecos se habla del papel xativi.
Reconquista de Jaime I
Años más tarde, Jaime I reconquistó la ciudad gracias a los pactos con la población autóctona, y por ello se mantuvieron las estructuras musulmanas. Los árabes se ubicaron en los arrabales, los judíos en el sudoeste de la Medina y los pobladores aragoneses y catalanes en la ciudad amurallada.
Xàtiva es una de esas ciudades en la que guiar es un reto
Es el momento de la «arquitectura de reconquista», siendo las iglesias y ermitas los edificios más singulares. De este tiempo data San Félix, Santa Tecla y el Hospital Real de los Pobres.
La ciudad se expande en el siglo XIV con la construcción del Convento de las Clarisas, de los Dominicos y la Iglesia de Sant Pere. El castillo pasó a ser prisión de Estado de la Corona de Aragón, donde encerraban a príncipes, nobles y miembros del alto clero.
En este momento la ciudad se enriqueció, se mejoraron las vías de comunicación y se experimentó un auge en el comercio y en el arte. Era tal su importancia que sería la segunda en votar en las Cortes Valencianas, después de Valencia. Las Germanías también tuvieron un papel destacado. De hecho, aquí surgió el personaje de l’Encobert.
¿Quieres conocer un poco más de la ciudad?
Una buena zona para dejar el coche sería cerca de la Avenida de Selgas, donde está el ayuntamiento y la oficina de turismo. Justo al lado, podemos ver la Casa Botella, uno de los muchos edificios modernistas construidos tras el derribo de la muralla.


Las murallas adquirieron su extensión definitiva en la Guerra de los dos Pedros (XIV), pero en 1874 se derribaron y hoy quedan solo 3 km de esa antigua muralla que aún pueden verse en la Avenida de Selgas



Lo primero que llama la atención es la cantidad de fuentes que hay en la ciudad, tantas que recibe el sobrenombre de la ciudad de las mil fuentes, aunque se han documentado 800. Hay tres tipos: las reales, mantenidas por el Estado, las vecinales y las particulares, a las que les llegaba un diámetro de agua. Las fuentes de Xàtiva se abastecen de dos manantiales, el de Bellús y Canals.
La ruta de las fuentes
Precisamente, una forma de conocer la ciudad es a través de la conocida como ruta de las fuentes. La primera que nos encontramos está al lado de la oficina de Turismo: la Fuente del León, del siglo XIX.
Se han documentado hasta 800 fuentes
Todas ellas tienes una estructura similar: un basamento que servía como abrevadero para animales y un fuste con caños para que los habitantes de la ciudad pudieran beber agua y una copa que solía estar decorada al gusto de la época.



A mí la que más me gustó fue la Fuente de los Veinticinco Caños. De composición mural, se construyó a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Consta de 25 caños de bronce con forma de serpiente y destaca el relieve del mascarón del centro por donde cae mayor caudal. Este es el primer punto de salida de agua que viene del manantial de Bellús.
Si subimos por la calle Portal de Lleó, a la izquierda nos encontramos con el Convento de Santa Clara, de estilo gótico mudéjar. Aquí se ordenaban las mujeres nobles. Fue un lugar destacado en el siglo XVII. Cuenta la leyenda que en este lugar se obró un milagro.
Al pasar por delante del cenobio en procesión, el lirio que la imagen de la virgen llevaba en una mano se dobló, poniendo fin a la gran peste que acabó con la vida de 3.000 personas. En este momento, nació la devoción a la Virgen de la Seo. El convento sufrió daños durante la Guerra Civil, pero posteriormente fue reconstruido.



En la plaza de la Trinidad se encuentra la bella puerta flamígera (s. XV) del Convento de Los Trinitarios, cuyo monjes fueron desalojados en 1820 con la desamortización de Mendizábal para su posterior segregación con diferentes usos. Fue casino republicano hasta 1939 y Archivo Municipal desde 1986. El antiguo campanario del convento es hoy una casa privada modernista.
El edificio junto a la Fuente de la Trinidad es el Palacio de Alarcón. Adquiere su nombre en el siglo XVIII cuando es adquirido por la familia Alarcón, hoy se ubican los juzgados. Destaca la disposición asimétrica de los vanos en la fachada principal y la balconada desplazada a la izquierda para que la familia pudiera ver las procesiones que llegaban por la calle Moncada.



Continuamos el recorrido hasta la plaza Alejandro VI. Aquí podemos ver la Fuente de Aldomar, del siglo XVIII, y la casa que fue propiedad de los Borja durante generaciones y reformada a mediados del siglo XVI. Fue la casa natal fue la casa natal de Rodrigo de Borja, futuro Alejandro VI.
La ruta en este punto ofrece dos opciones: continuar la calle hasta el final para poder ver la Iglesia de Sant Pere (XIV), el antiguo convento de Sant Onofre (XVIII) y la Fuente de los 25 caños, regresar por la vía Segurana, San Cristóbal y l’Ardiaca hasta la Basílica, o volver por la calle Bosch y San Vicente y llegar directamente.
Al lado de la plaza de Calixto III se encuentra la Casa Artigues. Hoy es la oficina del consumidor. Aquí podemos admirar el retablo de azulejos rococó dedicado a San Jacinto, religioso y misionero español que fue martirizado en el siglo XVIII. También aparece la Virgen de la Seo y personajes célebres como Calixto III y Alejandro VI.


En la Plaza podemos contemplar tres edificios importantes. En primer lugar, la Colegiata-Basílica menor de Santa Maria, construida sobre la Mezquita Mayor. Fue consagrada por Jaime I bajo la advocación de la Virgen María y la mantuvo intacta por su excepcional belleza.
Visita a la colegiata/basílica
Al edificio se le fueron añadiendo capillas y en 1413 fue erigida colegiata. En 1596, los jurados de la ciudad deciden construir un nuevo edificio con planta de catedral gótica. La construcción duró 350 años. Su torre campanario es la segunda más alta de la Comunidad Valenciana. En 1973, se declaró Basílica Menor.
Sus cuatro puertas de acceso han sido dedicadas a diferentes santos y la entrada principal a los papas de la familia Borja: Calixto III y Alejandro VI, que asumen el pontificado en el siglo XV.
Ellos impulsaron la ciudad fuera de nuestras fronteras y aportaron beneficios y riquezas culturales y artísticas, tales como la capilla de Santa Ana, la ermita de Santa Ana y la publicación del primer libro impreso en España gracias al esfuerzo del noble setabense Luis Despuig. Proporcionaron muchas obras a la colegiata que hoy día permanecen en el museo, muy recomendable para ser visitado.



Justo al lado nos encontramos el Palacio del Arcediano, del siglo XIII. Es un edificio gótico que formaba parte del conjunto de casas y palacios ubicados en esta zona y relacionados con los cargos eclesiásticos vinculados a la colegiata. El arcediano era quien ejercía la jurisdicción por delegación del obispo y administraba los bienes eclesiásticos y atendía a los más necesitados, de ahí el nombre del edificio.
También tenemos el Convento de San Doménec, fundado por Jaime I, y el antiguo hospital, que desde el siglo XV ha mantenido su función sanitaria. Era un hospital de pobres mantenido por el rey, limosnas y órdenes religiosas.
Fue declarado BIC en 1985. Destaca su fachada con la imagen de la Virgen y el coro de ángeles. Quedó muy dañado por el incendio de 1707 y restaurado posteriormente.

De aquí podemos ir a la Plaza del Mercado y disfrutar de sus preciosos soportales, además de degustar la rica gastronomía de la ciudad; en especial, un buen almuerzo para reponer pilas. Los fines de semana es el lugar de encuentro para tomarse una copa y el ambiente está muy animado. Queda atrás el tiempo en que esta plaza fue lugar de proclamaciones reales, subastas de obras e incluso ejecuciones públicas.


Muy cerca del mercado se encuentra el Museo Municipal de la ciudad que está formado por el Almudín (XVI), y la antigua Aduana de Mercancías. El patio central estuvo destinado a lonja de contratación de trigo y depósito par abastecer la ciudad.
Visita al museo municipal
El Museo posee importantes colecciones pero el cuadro más famoso es el de Felipe V colgado cabeza abajo. Esto se debe a que en la Guerra de Sucesión donde había dos sucesores al trono, Carlos de Austria y Felipe de Anjou el pueblo se decantó por el bando austriaco y en la Batalla de Almansa las tropas franco-castellanas asediaron la ciudad, echaron a los habitantes, la quemaron (por ello les llaman los socarrats) y cubrieron el campo con sal para estropear las cosechas. Como venganza en 1945 el cronista Carlos Sarthou colgó bocabajo el retrato del Rey y estará así hasta que un Borbón visite la ciudad.



Si aún te quedan ganas de Museos te recomiendo visitar el Museo de Bellas Artes, es muy interesante y merece la pena visitarlo y dar un paso por la calle Moncada y admirar las maravillosas fachadas modernistas de sus edificios.
El castillo de Xàtiva
Después del centro histórico te recomiendo visitar el Castillo de Xàtiva, imponente fortaleza que nos muestra el poder que tuvo la ciudad antaño. Se puede subir caminando y ver los restos romanos, la Ermita de Sant Josep y la Iglesia de Sant Feliu. O se puede subir en coche ya que hay dos zonas donde aparcar.



La fortaleza se divide en dos partes, el castillo Mayor y Menor, conectados por una muralla que formaba parte de la muralla urbana de la ciudad que data del siglo XI y que fue reformada a finales del siglo XII – comienzos del XIII y restaurada en el siglo XVI.

El castillo se encuentra a 850 metros de altura, en el monte Vernissa, siendo un punto estratégico desde donde controlar y protegerse. Tiene un kilómetro de longitud. Esta fortaleza fue construida con base íbera y cartaginesa pero tanto romanos como árabes y cristianos han dejado su impronta.
El castillo se encuentra a 850 metros de altura
Pasear por sus restos es trasladarse a aquella época, es recorrer tiempos remotos y entender la historia de la ciudad a través de su castillo. Está bien señalizado y bastante intuitivo. Hay varios puntos interesantes, como las diferentes puertas de acceso, la capilla de Sant Jordi, la plaza de armas, los grafitos islámicos, la capilla gótica de Santa Maria, la Torre de San Jorge y la Prisión.






En esta fortaleza tenemos diversas puertas porque en el punto mas alto se resguardaban las tropas de más nivel y las personas de más importancia, era el punto más protegido. La puerta más conocida es la de Aníbal, ya que se dice que el general Aníbal estuvo de camino a Roma e incluso que aquí se casó con una princesa íbera y tuvo un hijo.
Algo que veremos todo el tiempo en este castillo son las fuentes o aljibes, era una riqueza ya que en caso de asedio la posesión de agua permitía resistir durante más tiempo. Los aljibes del castillo tienen mucha capacidad, muchos de ellos estaban tapados para evitar que les pudieran entrar las flechas envenenadas disparadas por el enemigo.
La prisión albergó nobles y gente ilustre, entre ellos el conde de Urgel que estuvo 9 años sin ver la luz del sol y dicen que al salir quedó ciego. El conde murió en el castillo y su sarcófago está en la capilla de Santa Maria.
Después de visitar el castillo una buena parada es la terraza del Bar del Castillo para tomar algo y reponer fuerzas.
Xàtiva bien merece la pena un día de visita y si tienes más días… aún queda mucho por descubrir.
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